Héroes entre el polvo
- Carlos Rodríguez Mora
- 12 may 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 may 2020

Decía mi abuelo que la tierra era el mejor regalo que le había podido hacer su padre y que era también, lo mejor que nos podía dejar. Tan solo era un crío, no llegaba a comprenderlo. Y, es que, entre la vivacidad del tiempo he podido contemplar la hegemonía de la tierra, esa que necesita de un tacto mimado para cada producto y de un esfuerzo continuo para crecer. Hoy, despojándome de todo estereotipo de vida moderna, pienso que la labor del agricultor te vuelve sensato, humilde y trabajador, sobre todo, trabajador.
Hace poco, pude leer un homenaje que se había realizado en Francia a los agricultores, sus manos azoradas, sus claras arrugas marcadas en su rostro y sus frágiles cuerpos habían soportado la dura tarea y poco valorada de alimentar a todo un país. En ese momento fueron catalogados de “héroes”. Si hacemos un poco de memoria, debemos recordar que la Revolución francesa tuvo un claro carácter agrario, marcada por la falta de alimentos y la lucha de la clase obrera. Francia ha demostrado tener memoria y ser agradecido.
La tierra y los pueblos es un todo, es un conjunto inseparable e indivisible, incluso podría decir que poético. Antonio Machado nos enseñó en Campos de Castilla que el uno no puede existir sin el otro. Poco importa que la gente emigre a la ciudad, siempre habrá valientes héroes que apuesten por la tradición familiar, por el aire limpio y por la confianza que te transmite la gente de los pueblos, su gente. La agricultura es una forma de vida, regiones como Castilla- La Mancha bien lo saben.
Un esfuerzo poco valorado
La agricultura necesita un cambio generacional, como dirían las personas más sabias: es ley de vida. Madrugar todos los días antes que el sol, labrar a diario los campos y realizar una labor poco valorada y con multitud de trabas provoca incertidumbre entre la generación veterana y la que tiene que tomar el testigo. Contratiempos como la disminución económica de las Políticas Agraria Común (PAC), los bajos precios de venta, el cambio climático, la competencia de las multinacionales y la ausencia de ayudas estatales ha provocado un estancamiento del sector.
Las perspectivas de futuro no son alentadoras. Mentiría si no dijera que la agricultura es un sector de riesgo y tiempos largos. Vivimos en una época de cambios constantes, por ello, sigamos recordando de dónde venimos para saber dónde estamos. No es alentador evocar al franquismo y la dura senda de la racionalización de los productos, pero es necesario; esas cartillas angustiosas que provocaban el hambre debido a que la nacionalización de la economía y el cierre de fronteras al exterior provocaron la pobreza de España. Mucho ha pasado ya desde esas penurias que hoy parecen ficción, pero fueron historias. Si España sobrevivió fue por sus agricultores, ¿fueron héroes?
<<Los campos siempre hablarán de ellos porque siempre estarán allí>>
Hoy, el mundo es diferente, pero no perfecto. España ha sabido crecer, miró desde su mediocridad a las grandes naciones del mundo, las observó y aprendió. Incluso nos dimos cuenta de que podíamos ser diferentes, así lo demostraron nuestros productos. Incansables en el esfuerzo y en su sacrificio diario, han aprendido a ver a través de sus manos lo que su faena no les ha permitido contemplar del mundo. Mientras todo era bonanza económica, ellos estaban ahí; cuando tuvimos una crisis, ellos estaban ahí; mientras pase el tiempo, los campos siempre hablarán de ellos porque siempre estarán allí.
Futuro
Para afrontar correctamente los problemas del presente y los retos del futuro, la agricultura debe apostar por los jóvenes. Es una máxima promovida desde la Comisión Europea. De este modo, ha facilitado la creación de Programas de Desarrollos Rurales, un claro ejemplo es el de Castilla- La Mancha, que ha proporcionado ayudas a 2.300 jóvenes para su entrada en el sector agrícola valoradas desde los 27.000 euros y que pueden llegar hasta los 48.000 euros. Pero ¿esto es suficiente?
Permítanme que me explique, estas ayudas proceden exclusivamente desde Europa, España no aporta nada. El encarecimiento de la vida ha llegado también a los campos, comprar tierras significa pedir créditos, pero ¿quién va a prestar a un joven sin experiencia e ingresos? Otro factor al que me gustaría hacer hincapié es que los mayores no venden, como decía mi abuelo la tierra es su mayor regalo y no quieren desprenderse de él. Además, el campo se ha visto extorsionado por estas multinacionales que han monopolizado el mercado, dejando en la estocada a los pequeños agricultores.
Como dice la canción: mi padre dice que no habría nada si la tierra no estuviera sembrada. Es el momento de cambiar la inercia de este sector, de que los jóvenes cojan el testigo del ayer y puedan seguir construyendo el día de mañana.
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